ADOLESCENTE EN APUROS: CÓMO SALIR ILESO DE UNA EXPOSICIÓN EN PÚBLICO
Luces, cámaras y ¡ACCIÓN! Gotas de sudor… y no por los focos; tembleque de piernas… y no por tratarse de una función de claqué. Toca hablar en público y lo que es peor… ¡delante de tooooooda la clase! Si cada vez que te toca exponer un trabajo te palpita el corazón al ritmo el último hit de Guetta, ¡este es tu sitio!
Muchos profes insisten en que desenvolverse en público es un requisito imprescindible para el día de mañana. No les faltan segundos para llenarte la agenda de fechas con exposiciones. Sabes que es necesario… pero también piensas que atentan contra tu salud mental y física al obligarte a defender tu trabajo delante de todos. Y si no… que se lean el artículo que ojeaste esta mañana en tu trayecto en metro: “las consecuencias del estrés crónico sobre el organismo”. Te agobias y piensas que a este paso… ¡no llegas ni para el finales de Bachillerato!
¿Es realmente necesario pasar por el mal trago de exponer delante todos? Ojalá evaluaran con Directs basándose en vídeos grabados desde casa. De este modo (sin 60 ojos abiertos como platos clavándose en los tuyos), podrían verte en acción sin que los nervios te jugaran una mala pasada.
¡Ay amigo! Lamentamos decirte que tal y como dice el viejo refrán “ningún mar en calma hizo experto al marinero”. La mejor manera de superar el miedo escénico y convertirte en un artista de la oratoria es a base de lo que los psicólogos llaman “exponerse”, es decir, enfrentarte a aquello que temes.
¿No nos crees? No mentimos al decirte que existe una larga retahíla de famosos que no sólo han superado su miedo escénico, sino que han convertido la palabra ante grandes audiencias en un modo de vida.
“¡Quieto parao!” ¡No cojas tanta carrerilla! Toca llenar la piscina con agüita fresca antes de tirarte. Con ello nos referimos a la importancia del trabajo previo, que permita cargar tu mochila con herramientas para enfrentarte a la exposición exitosamente:
1. Preparación. Kit de Supervivencia Básico.
Nervios bajo control. La activación es necesaria para ponerte manos a la obra... pero cuando sobrepasa ciertos niveles resulta nociva, llegándote a paralizar y bloquear. Aprender a domar los nervios es posible, puedes emplear técnicas de relajación, como la respiración abdominal.
Tu instrumento, la voz. No, no hace falta ser cantante para realizar ejercicios de calentamiento. La forma en que proyectas, vocalizas y modulas es fundamental. Proyecta tu voz hacia la audiencia, hablando alto y claro.
Comunica sin palabras. Mantén una postura corporal erguida, acompaña tu discurso con las manos, dirige la mirada al público tratando de barrer a todos los espectadores, sin detenerte en un punto fijo demasiado tiempo. Practica tu comunicación no verbal. Desplázate con espontaneidad, realizando movimientos limpios y pasos firmes.
Muévete. El aprendizaje es una carrera de fondo interminable, si quieres perfeccionar los tres aspectos mencionados anteriormente... ¡profundiza! Sumérgete en artículos, manuales, talleres, cursos, busca asesoramiento profesional y cotillea vídeos de grandes oradores (no hace falta que te metas uno de esos maratones Netflixianos de no salir de casa todo un finde). También puedes apúntate a actividades que te permitan poner en práctica la teoría, como el teatro.
2. Práctica. ¡A sudar la gota gorda!
Planifica. I-M-P-R-E-S-C-I-N-D-I-B-L-E. Organiza tus ideas y plásmalas sobre borrador. Añade pequeños toques de originalidad para que tu discurso goce de mayor atractivo.
Practica. ¿Quieres derrochar seguridad por todos tus poros? Ésta se va ganando a base de repetir-repetir-repetir, como si contásemos el “Cuento de la Buena Pipa”. Te damos dos ideas para llevar lo descrito en este artículo a la pura realidad:
Contigo mismo. Haz uso de tu espejito... ¿quién es el/la más bonit@? Practica frente a tu reflejo y observa tu forma de comunicar, especialmente el lenguaje de carácter no verbal. Puedes aprovechar a grabar cada una de tus actuaciones ya sea con imagen y/o sonido para obtener un feedback de tu magnífico discurso. A posteriori, practica la autocrítica para identificar y mejorr aquellos aspectos que consideras que han estado más deficitarios. Por otro lado, si te es posible, acude al lugar un día antes para conocer el espacio, ¡podrás entrenar en el campo de juego!
Con audiencia. ¡Que se abra el telón! Trata de representar tu exposición tantas veces como te sea posible: familiares, amigos, novi@, vecinos… ¡y si el frutero del barrio se anima pues tampoco vas a decir que no al muchacho! Recuerda incorporar detalles que marquen la diferencia para captar su atención.
3. Exposición. ¡Ha llegado el gran día!
Aplica todo lo que has trabajado anteriormente. Ahora sí que sí, ha llegado el gran día. No dudes en pedir el “comodín del público” cuando te apetezca, haciéndoles partícipes de tu discurso: interaccionando con ellos, preguntándoles, sacando voluntarios...
Y... ¡recuerda! Si te bloqueas o te tiembla la voz como si hicieras gorgoritos con el enjugage bucal, haz uso de tu Kit de Supervivencia Básico (Paso 1): respiraaaa hermano, ve más despacio y continúa con tu camino. Expresa con entusiasmo y convicción. Y sobre todo, ¡disfruta de contagiar a los demás con la pasión del tema que pilotas más que la gran mayoría de la audiencia!
Alba Psicólogos
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