¡Ex-présate!
¿Cansado de hacer los trabajos grupales tú solito, llevándose el resto el mismo mérito? ¿Harto de acudir cada domingo a ver a tus suegros porque tu pareja lo desea? ¿Cabreado con el compañero que llega constantemente tarde a relevarte el turno?
¿Alguna vez te has planteado cambiarlo? Seguro que sí, pero… ¿Se lo has dicho ya? ¡No! ¿No? ¡Ex─présate! Deja de ser preso de ti mismo, de encarcelar todos esos quebraderos de coco que te generan tanto estrés, mal humor, dolor de cabeza, problemas de sueño… sin beneficios hacia fuera, porque como puedes comprobar, todo sigue tal cual lo has dejado.
Conoce y reconoce tus derechos
Si alguna vez has experimentado alguna de estas situaciones o similares, quizás es porque no conoces los derechos asertivos que toda persona tiene por el mero hecho de ser humana. Y no, no hablamos de un invento de última generación, sino que nos remontamos al mismísimo 1982, año en que M. Davis y colaboradores elaboraron un listado en el que figuraban, entre otros, derechos como:
Derecho a Tener propias opiniones y convencimientos.
Derecho a Criticar y protestar por un trato injusto.
Derecho a No estar pendiente de la buena voluntad de los demás.
Derecho a Sentir y expresar dolor.
Derecho a Derecho a decir no.
Derecho a No responsabilizarse de los problemas de los otros.
Practica la asertividad
Primera parte superada, pero… “¿cómo lo hago?” Entendemos que la cara de pocos amigos que tiene tu jefe tras la reunión de equipo, no facilita demasiado el tirarse a la piscina.
Sin embargo, es probable que si tienes en cuenta cuatro premisas básicas para la correcta elaboración de peticiones asertivas, la probabilidad de éxito se vea incrementada.
1. Busca un buen momento. A pesar de que en los momentos de ira, no nos sobran ganas para escupir al otro todo lo que nos molesta, es importante identificar el enfado (tanto el de terceros como el propio) y posponer la charla a un momento en el que ambas partes se encuentren tranquilas, preferiblemente en un entorno privado.
2. Describe la situación sin adornarla con opiniones. ¿Hace calor o tienes calor? Mientras que tú no paras de quitarte capas cual cebolla, otra persona permanece junto al radiador como si de una chimenea se tratase. Por esta razón, haz referencia a los hechos y no a tus valoraciones personales.
3. Expresa cómo te hace sentir. Ahora sí tienes la oportunidad para manifestar cómo te está afectando la situación a título personal. Para ello, te recomendamos los mensajes YO en primera persona (me siento, opino, me preocupa…). Nadie puede negarte lo que sientes, es también un hecho. Además, así evitas respuestas defensivas por parte de tu interlocutor.
4. Petición asertiva. ¡Llega el momento de la verdad! Una vez preparado el terreno, es hora de que de forma clara y concreta formules tu petición, siempre educadamente (“me gustaría, qué te parecería si…). Recuerda que va encaminada a un cambio, por lo que es recomendable fijar un límite temporal que defina el periodo en que dicho cambio debe realizarse.
Por último, señalarte que la asertividad no es una varita mágica que agitas esporádicamente y cumple tus deseos; sino que como cualquier otra habilidad, requiere de entrenamiento y práctica diaria.
¿Se te acaba de abrir un nuevo mundo, verdad? Pues esto sólo es una pequeña porción de todo lo que queda por aprender. Desde Hablamos, encuentra ésta y otras muchas formas de poner en práctica tus habilidades sociales, aprendiendo una nueva forma de enfrentarte a situaciones que te supongan un esfuerzo adicional. ¡Hasta la próxima!
Alba Psicólogos
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