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Cinco preguntas - Empieza la función (P.I)

¡Volvemos con una nueva entrega! ¡Aquí la tienes!

Capítulo 8 - Empieza la función (P.I)


Casi todas las familias que operan con límites poco claros o ineficaces desarrollan su propia «función» familiar de incomunicación que representan una y otra vez en situaciones de conflicto. Este patrón aprendido de resolución ineficaz de los problemas conduce invariablemente a conflictos crecientes y a luchas de poder. Con el tiempo, la «función» se convierte en un hábito tan familiar y arraigado que los miembros de la familia lo consideran como su forma normal de hacer las cosas. Ni siquiera son conscientes de estar en plena «función»


La «función» familiar no sólo no modifica las conductas inadecuadas de los hijos, sino que alimenta dichas conductas, puesto que obtienen su finalidad: atención, poder, revancha o autosuficiencia.


Función permisiva


Para explicar lo que significa la «función permisiva» podría servir de ejemplo algo que puede ocurrir en cualquier casa un día laborable a la hora del desayuno.


Ejemplo:


La madre comienza despertando a su hijo. Entra en su habitación despacio, con cuidado, le besa, le habla suavemente, levanta la persiana... le dice dulcemente que se levante para irle vistiendo...


Más tarde, vuelve a repetir y repetir su requerimiento. El niño ignora a su madre, quien vuelve a insistir e Intenta negociar y razonar sobre la necesidad de vestirse, asearse y desayunar, pues él debe ir a la escuela infantil y ella a trabajar, y ambos deben ser puntuales. A continuación, la madre se enfada y cuando se enfada, nota que su hijo muestra resistencia. Entonces empieza a gritar y amenaza con aplicar consecuencias que normalmente no aplica (Poder).


Esta descripción de cómo se interactúa en muchos hogares es reveladora. Desde que todo comienza hasta que termina se intentan formas muy diferentes de persuasión, ninguna de las cuales es eficaz para conseguir la colaboración del niño.


Es una «función permisiva», repleta de repeticiones, recordatorios, generalmente ignorados. Luego se pasa a negociar, razonar y reprender, dando paso finalmente a los gritos y a amenazas, que no se aplican.


El patrón es claro: cuanto más se habla, más se resiste el niño y más se enfada la madre. Todo termina cuando actúa: cuando deja de hablar y pasa a actuar. Desde el principio el mensaje debe ser claro, firme y sereno, expresando lo que se espera y las consecuencias a aplicar si no se cumple. La mejor forma para que no empiece «la función» es no comenzarla.


Si se observan con detenimiento estas formas de interactuar, se deduce que fomentan su repetición, que se autoalimentan a sí mismas y, además, que son largas, tienden a no acabar nunca y resultan agotadoras.


Terminar con la «función permisiva»


Ejemplo:


Una mañana, cuando Miguel empieza con sus excusas habituales, su madre le dice «Miguel, tienes treinta minutos para terminar de vestirte, asearte y desayunar y, luego, saldrás por la puerta, estés listo o no».


«No lo dice en serio», piensa Miguel. «Me lo recordará unas cuantas veces más, luego vendrá y me ayudará a terminar, aunque lo haga enfadada». Sigue holgazaneando en la cama negándose a colaborar, cuando su madre se lo pide. Pasa la media hora y solamente se ha recostado en la cama, ha cogido un juguete y está jugando con él.


«Hora de irse», dice su madre calmada e incluso cariñosa. Pone el resto de sus ropas dentro de una bolsa de la compra y sale por la puerta. Sin recordatorios, sin sermones, sin súplicas, ni camelos.


«¡No puedes hacer esto!» (Miguel está asombrado: «¡Esto no me puede estar pasando a mi!»). Para entonces están ya fuera y cuando entran al coche su madre le da la bolsa para que la lleve a la escuela infantil y le vistan o se vista allí. A la mañana siguiente Miguel estará, seguramente, vestido a tiempo y, si no es así, su madre debe persistir en una actitud calmada, firme y segura.


Función permisiva-autoritaria


Ejemplo:


Todas las tardes, le pido amablemente a mi hija Carmen que se ponga a hacer los deberes, y así nos quedará tiempo para jugar. A los pocos minutos tengo que volver a repetir lo mismo, para pasar a recordárselo más tarde, elevando ya la voz, a la vez que razono con ella sobre la utilidad y necesidad de hacer los deberes. Su desobediencia persiste, sigue sin ponerse a hacer los deberes. Me enfado, amenazo, comienzo con airadas reprimendas y le informo de la pérdida de privilegios (a veces esto va acompañado de algún cachete). Entonces, Carmen se enfada y se venga contestándome y atacándome emocionalmente, a lo cual yo respondo con más castigos, como «Te quedarás sin salir». la espiral ha comenzado, aunque el baile comenzó desde el principio. (PODER Y REVANCHA)


Terminar con la función permisiva-autoritaria


Una petición clara, serena y firme, seguida en caso necesario de opciones limitadas con consecuencias, expuestas desde el comienzo, es el requisito inicial para que el baile no comience.


Un ejemplo de cómo actuar podría ser:


«Carmen, mi vida, ya hemos merendado y, charlado un rato. Es el momento de hacer los deberes. Cuando los acabes, puedes hacer lo que te apetezca, jugar, ver la tele...» A los pocos minutos observamos a Carmen que no está con su tarea escolar, sino jugando con sus construcciones. Mientras recogemos sus construcciones, le vamos diciendo


«Carmen, es el momento de hacer los deberes y sólo tienes dos opciones o bien te vas al rincón de pensar o haces los deberes. Tú decides»


Ejemplo:


Todas las noches, un padre se despide amablemente de su hija, después de cenar, se han lavado los dientes juntos, han estado tranquilamente leyendo un cuento, se han abrazado y contado cómo han pasado el día, han comentado sin prisas los planes para el día siguiente, se han reído gastando una broma a mamá y algunas cosas más. Ya es la hora de dormir. La pequeña ha bebido agua y ha hecho pis. Su padre le ha puesto el pañal de la noche, y le da un beso gigante de buenas noches. Pero resulta que Andrea (20 meses) no está muy de acuerdo con el plan, y llama reiteradamente a su papá para que le siga prestando atención, para ella la velada no ha terminado. Llama a su padre una y otra vez, el padre acude a su cuarto, al principio con paciencia, para poco a poco ir enfadándose, e ir subiendo el tono. Andrea llega a levantarse unas cuantas veces, apareciendo en el salón, el padre la coge del brazo airadamente, ya muy enfadado la amenaza con no contarle un cuento al día siguiente, y acaba dejándola también sin parque. Desde que comenzó la función hasta que termina con los castigos han pasado treinta minutos y todos están muy enfadados.


El patrón es similar al de la «función» permisiva: es una situación larga, inacabable, agotadora y todo el mundo termina enfadado.


Igualmente, esta forma de interactuar se autoalimenta a sí misma, la diferencia es que el niño termina cumpliendo la norma exigida, pero el precio a pagar es muy alto.


Una petición clara, serena y firme, seguida en caso necesario de opciones limitadas con consecuencias expuestas desde el comienzo, es el requisito inicial para que «la función» no comience.


Terminar con la «función permisiva-autoritaria»


«¡Y colorín colorado este cuento se ha acabado! Bueno Andrea, ya has hecho pis, bebido agua, nos hemos hecho cosquillas, hemos hablado y hemos leído un cuento. Hasta mañana, cariño, ¡que duermas bien!».


Andrea decide que le apetece estar más tiempo con su padre (Atención), y para conseguirlo llora pidiendo otro cuento, luego le llama pidiendo agua...


Su padre le responde que su tiempo por hoy se ha acabado, que es hora de dormir y que, por mucho que le llame, no va a ir (tono calmado y firme).


Si la niña opta por levantarse, tantas veces como lo haga se la llevará de nuevo a su cama, de forma calmada, controlando no prestarle atención, ni siquiera con la mirada.


Si el objetivo de la niña es que le presten atención, normalmente es suficiente con no prestársela, pero, si se desea, pueden añadirse unas opciones limitadas (breves, para no prestarle excesiva atención): «Debes quedarte en la cama, pero si decides levantarte o seguir llamándome, mañana te acostarás sin pasar tiempo juntos para que pienses en todo esto». A partir de este momento, se la ignora y, si es necesario, al día siguiente se aplicarán las consecuencias que se expusieron como opciones limitadas.


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