Preparado para el placer
Nuestro cerebro esta preparado para el placer, a lo mejor es por eso que cuando algo nos duele es muy frecuente, que miremos para otro lado y maquillemos la realidad, no viendo a veces lo evidente.
Dado que nuestro cerebro está preparado para el placer, cuando a nuestro alrededor suceden hechos muy dolorosos, es más fácil justificar lo que ocurre con un “no pasa nada”, “bueno, nuestra relación no es normalmente así”, “todo se arreglará, seguro”, “no es tan grave...”
Hay emociones que se sienten como desagradables (que no negativas), a las que muy a menudo no queremos mirar a los ojos y las negamos, ocultamos… y evitamos.
Si has leído bien, NO HAY EMOCIONES NEGATIVAS. No niego en absoluto que hay emociones que no resultan agradables (miedo, enfado, tristeza…), pero el hecho de que sean poco agradables y que no las queramos como compañeras de cama, no significa que sean negativas… ¿Y te preguntarás... por qué digo esto?
Vamos a elegir un ejemplo muy doloroso, para así verlo con mas claridad:
"Mi hijo adolescente me amenaza física y verbalmentecuando le niego algo que él desea. Este hecho lleva produciéndose con cierta frecuencia en los últimos meses.
Pues bien, cuando sucede algo así, suelen aparecer varias emociones en un revoltijo de sensaciones y ninguna precisamente placentera…
…aparece el enfado en forma de: ¡cómo se atreve a decirme esas cosas! ¡yo, que soy su madre, es injusto, se va a enterar!
…sentimos tristeza, echamos de menos a nuestro hijo, el de antes, pues nuestro hijo antes no era así…
… la culpa con sus frasecitas de “qué es lo que he hecho mal”, “me tenía que haber dado cuenta antes…” “si hubiera…”
y el miedo, que cambia nuestra forma de actuar, (no hacemos ruido para no despertarle, le damos dinero cuando nos lo pide, aunque creamos que no debemos hacerlo, permitimos que su habitación sea una completa pocilga) para no provocar y despertar a la fiera que en estos momentos lleva nuestro hijo dentro…
¿Qué tenemos aquí? Cuatro emociones y a cada cual más desagradable, pero no por ello negativas, vuelvo a insistir, no hay emociones negativas; es más, todas tienen un MENSAJE y es POSITIVO. Sí, estás leyendo bien, hasta aquellas que sentimos más desagradables son positivas, encerrando un mensaje muy importante que hay que ESCUCHAR, ya que nos va a decir cuál puede ser nuestra forma de actuar, de solucionar la situación.
El enfado nos está diciendo que nuestro hijo está sobrepasando nuestros límites y que tenemos que generar un plan de acción concreto que le ayude a actuar correctamente, que no podemos quedarnos de brazos cruzados cuando nos amenace física y verbalmente y que tenemos que actuar en consecuencia... y que si no lo hacemos, el problema va a seguir ahí hasta que lo solucionemos.
La tristeza nos visita para mostrarnos los cambios, para que veamos que nuestro niño amable y cariñoso de antes, ya no es tal y como era, que tenemos que ser plenamente conscientes de dicho cambio por mucho que nos duela... la tristeza no se irá hasta que lo aceptemos.
La culpa nos removerá, hará que nos cuestionemos nuestra labor como madre, haciendo que nuestra autoestima baje y baje, y se quedará a vivir con nosotros hasta que nos cuestionemos nuestras creencias (como la de que "una madre lo puede todo", o que "nuestro hijo está creciendo y es libre para tomar sus propias decisiones") y nos dice que ajustemos nuestras creencias a la nueva situación, porque a lo mejor, aquellas que eran válidas con nuestros hijos pequeños, se han quedado obsoletas con un hijo adolescente... y hasta que no lo hagamos y nos adaptemos a la nueva situación, la culpa no se irá, no nos dejará en paz.
Y por último (y no por ello menos importante) es el momento estelar del miedo, que aparentemente nos dice que no despertemos al dragón que ahora lleva nuestro hijo dentro y evitemos situaciones de conflicto, pero cuyo mensaje real dista de esa interpretación. Lo que e realidad ha venido a decirnos es que no se va a ir hasta que enfrentemos la situaciones y cojamos al toro por los cuernos.
Es decir, los mensajes son los siguientes:
Enfado… voy a ponerle límites.
Tristeza… voy a aceptar la nueva situación.
Culpa… voy a ajustar mis creencias.
Miedo… voy a enfrentarme a él, (por supuesto, desde la comunicación positiva y la firmeza), cuando lo considere necesario.
Esos son los mensajes A ESCUCHAR, de esas emociones que se sienten como desagradables, pero que si ignoramos nos dejan en la siguiente situación:
Enfado… permitimos que sigan sobrepasando nuestros límites.
Tristeza… no aceptamos la nueva situación y nos mantiene en el pasado perdido.
Culpa… nos cuestionamos y nuestra autoestima se va al verdadero carajo.
Miedo… nos mete en una cárcel con barrotes de material miedo, sin margen para actuar y siendo sus esclavos... como se dice vulgarmente “en la cárcel y con miedo”.
Pero es tan fácil dejarnos llevar y mirar para otro lado... es tan sencillo como querer evitar los conflictos, las discusiones... y lo hacemos para no sufrir aquí y ahora, porque nuestro cerebro está preparado para el placer…
Pero si no escuchamos a nuestras emociones, obtenemos falso placer, además de ser momentáneo... son heridas cerradas en falso que muy pronto supuraran, se abrirán y olerán a demonios podridos. ¡Puaj!
La propuesta de nuestras emociones va mucho más allá, su objetivo es obtener un placer duradero, ellas nos visitan para resolver, para encontrar posibles soluciones reales a lo que nos ocurre.
Tus emociones te invitan a observar y analizar para construir un plan de acción concreto y eficaz que te conduzca y te guíe hasta el placer, el equilibrio emocional... por muy dolorosa que sea tanto la situación actual como su solución. Y esto, querido lector, es de lo que tanto se habla cuando se dice GESTIONA TUS EMOCIONES.
Y no te olvides…
Recuerda que...
Tú decides siempre.
Alba Psicólogos
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