¿Balones fuera? No, gracias.
Últimamente no paro de ver mensajes por todos los lados sobre el pensamiento positivo y sobre la búsqueda de la felicidad. Tener pensamientos buenos, hacer buenas acciones y buscar la felicidad son buenísimos consejos para nuestro día a día.
Persuadirnos de estos consejos está muy bien, pero no se olviden, lectores, de que la persuasión es más fiable cuando se tiene toda información... y aquí nos falta la mitad.
Lo que me asusta es que el mensaje que se manda desde la publicidad, la televisión, las redes sociales, los famosos instagramers y algún que otro coach, no está completo. Buscar la felicidad es maravilloso, pero se les olvidó contarnos que dentro de la felicidad también hay momentos bajos, emociones que no nos gusta experimentar, pensamientos que no deseamos tener, mucho, mucho trabajo y, lo más importante, que para alcanzarla hay que tener habilidades para gestionar todos esos pensamientos y emociones que pueden llegar a hacernos mucho daño si no estamos preparados y no tenemos las herramientas para poder hacerlo.
Cada vez veo más adolescentes y adultos que llenan sus muros de Facebook, sus casas, sus espacios de trabajo y sus mentes de mensajes positivos pero que se ahogan cuando aparece algún problema en sus vidas. Y es que aquí tenemos dos problemas: por un lado, una falta de habilidades sociales que no ayudan a gestionar dichos problemas y por otro lado, un excesivo positivismo en sus mensajes que no se adaptan a la realidad. Es muy fácil decir: ¡sonríe a la vida! cuando nos despertamos un sábado sin nada que hacer dispuestos a tiranos en el sofá o lo que nos apetezca pero no es tan fácil hacerlo cuando, por ejemplo, algún familiar está enfermo. Y es que hay veces que no podemos o no queremos ser positivos y no tiene nada de malo.
El problema aparece si no sabemos cómo gestionar ese enfado, esa tristeza o ese miedo que nos entra. Estar enfadados y decirnos a nosotros mismos: "tranquilo Pepe, respira y se te pasará el enfado, piensa en algo que te ponga feliz "no es un buen consejo. Respirar te ayuda a calmarte y a que baje el enfado de intensidad pero no a que desaparezca. Tu taza de ¡buenos días, hoy podrá ser el mejor día de tu vida! quizás te enfade más.
El otro problema es: ¿qué entendemos por ser positivos?, ¿no estamos entrando quizás en un superpositivismo que no es nada realista? Ser positivo no implica dejar de lado todas las visicitudes que nos depara el día a día sino afrontarlas desde un ángulo más constructivo , es esa frase de… en el problema está la solución. Si nuestras expectativas son demasiado altas nunca las vamos a cumplir por mucho que nuestro pensamiento sean muy positivos y deseemos con todas nuestras fuerzas algo. Si cierran nuestro departamento no hay por qué ponerse en la situación dramática de que me voy a quedar sin trabajo y no voy a tener de qué vivir, puede ser que reubiquen al personal, pero hacernos a la idea de que echar currículums en otras empresas no está de más.
Por todo ello me parece relevante destacar la importancia de fomentar en nuestras vidas un pensamiento crítico y realista que nos ayude a valorar nuestras situaciones, adaptarnos a ellas y poder tomar mejores decisiones.
Fijarse metas para ser feliz implica ciertos actos de reflexión previos antes de llegar a conseguirlas. En primer lugar deberíamos hacernos dos preguntas muy importantes. La primera es ¿qué me hace feliz? Y la segunda, un poco más complicada pero, quizás, la más importante ¿qué estoy haciendo para no ser feliz? Con estas preguntas nos apartamos de lo que se nos impone y nos centramos en lo que realmente es importante para nosotros.
El segundo camino sería pensar qué implican para nosotros esas respuestas que nos hemos dado. A veces, tendremos que dejar de lado ciertas cosas que nos gustan, por ejemplo, esos sábados por la mañana de sofá o salir a andar cuando llegamos cansados del trabajo si nuestra meta es hacer más ejercicio. Otras veces nos va a suponer empezar un nuevo curso si lo que queremos es alcanzar una meta profesional que requiere más cualificación de la que tenemos. Para todo ello, mi consejo es fijar un horario que sea compatible con nuestro nivel de actividad que sea acorde a nuestras posibilidades, expectativas y motivaciones.
Cuando ya tengamos bien definida y valorada nuestra meta hacia la felicidad y estemos en el camino hacia ella, por favor, no se desmotiven. Para ello es importante fijar mini-metas dentro de nuestra meta global. Hacer ejercicio todos los días 15 minutos y luego ir ampliando si nunca hemos hecho ejercicio es un buen ejemplo. Si tenemos un máster que queremos realizar y a la vez estamos trabajando quizás podamos hacer el máster por módulos de forma más progresiva en lugar de abarcar todo de golpe. Estos pequeños pasos pueden ayudarnos a sobrellevar nuestra decisión y no abandonar nuestra meta.
No olviden que en este camino aparecerán sentimientos, pensamientos, emociones, otras personas, situaciones etc. que pueden ser desagradables o que tiendan a que abandonen sus metas. Pero tampoco dejen de lado que esa felicidad que buscan es SUYA propia, personal e intransferible y que solo ustedes pueden lograrla (lo que no impide que si necesitamos ayuda se busque). De esta manera podremos tener más control sobre lo que realmente nos hace felices, porque nosotros hemos decidido que nos hace felices.
Espero que sean felices con su propia felicidad y que les haya servido.
Alba Psicólogos
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