La otra cara del acoso escolar: "Yo... cobarde"

¿Cómo soy?

Yo puedo ser de todas las formas y tamaños. A veces soy más grande, o más alto que los demás; y otras no destaco físicamente. Quizás suelo meterme en problemas a menudo. Puede parece que lo “tengo todo”, que soy popular, que tengo cantidad de amigos,… e incluso a veces obtengo buenas notas. Pero si eres capaz de pararte y mirarme detenidamente, si consigues atravesarme y acercarte un poco a mi mente, verás que me siento MUY INSEGURO.

Sí, YO, y muchas más como yo, somos INSEGUROS. Sé que puede sonarte raro porque seguro que has oído hablar de gente como nosotros y no dicen nada de eso. Aunque yo prefiero llamarnos, COBARDES, siendo cada uno diferente y viviendo diversas experiencias, pero todos somos COBARDES.

Nosotros los cobardes solemos ser agresivos e impulsivos. No sabemos identificar ni manejar nuestras emociones. Tenemos dificultad para ponernos en el lugar de los demás, no conocemos la empatía. Solemos tener una percepción errónea de la intencionalidad de los demás: siempre de conflicto y de intencionalidad hacia nosotros. Creemos que somos autosuficientes. Tenemos escasa capacidad de autocrítica y ausencia de sentimiento de culpabilidad. No toleramos la frustración. Nos cuesta aceptar las normas y la negociación, lo que nos lleva a tener malas relaciones con las figuras de autoridad. Necesitamos conocer y entrenar nuestras habilidades sociales. Todo nos lleva a no ser capaces de resolver nuestros conflictos de manera asertiva.

Tenemos dificultad para encontrar nuestro sitio en el mundo. Nunca llegamos a encontrar motivaciones. Y nuestros lazos familiares no suelen ser fuertes ni completos. Siempre estamos perdidos… perdidos y cobardes.

¿Para qué actuó así?

Yo… cobarde utilizo el bullying como una forma destructiva de obtener protagonismo y compensar exclusiones o fracasos anteriores. Debido a mi baja autoestima, suelo escoger a otro para que sea la víctima ante el miedo de serlo yo. Por eso me gusta fanfarronear para sentirme mejor conmigo mismo.

La violencia es la única respuesta que encuentro antes frustraciones de mi vida, y solo me ayuda el pagarlo con los demás. Siento que no tengo un lugar, que no me prestan atención, en casa, en el colegio o en el instituto. Y seguramente, he visto que la violencia me podía llevar a conseguir cosas, quizás porque yo también he sufrido la violencia o por lo he vivido muy de cerca. Y aunque resulta raro, consigo frecuentemente la aprobación y hasta la admiración de algunos de mis compañeros. Con todo esto refuerzo mis actitudes.

Pero como he dicho antes, nosotros…cobardes, somos y vivimos historias diferentes.

¿Qué consecuencias me esperan?

Seguramente habréis escuchado que no me espera un sufrimiento directo, pero tengo una larga lista de consecuencias que pueden ir perpetuándose y condicionando mi vida, además de encontrarme en la antesala de las conductas delictivas.

Falta de control
Disminuye mi capacidad de comprensión moral y empatía.
Actitud violenta, irritable, impulsiva e intolerante.
Muestras de autoridad exagerada.
Imposición de mis puntos de vista y consecución de mis objetivos mediante la fuerza y la amenaza.
Relaciones sociales y familiares problemáticas.
Perdida de interés por los estudios y fracaso escolar.