¿Hablamos profe? Diario de un TDAH

¡Hola holita! Soy Bit de nuevo ¿ya me echabas de menos, verdad? Dicen que hablando se entiende la gente... ¡estoy de acuerdo a medias! Yo añadiría que la gente se entiende cuando quiere escuchar.

Miércoles, mañana, 12.36 a.m., la silla me quema, ¡menuda mañanita! Los miércoles son lo peor de lo peorcito, estás en medio de la semana y si miras para adelante ¡pufffff, marrón oscuro! queda un montonazo para el viernes... Y si por el contrario, miras para atrás... bueno, mejor no lo hagas.

Para que me entiendas, echa un vistazo al horario de clases de los miércoles, una auténtica caquita. ¿No me crees? compruébalo tú:

A las 8.00 Mates

A las 9.00 Lengua

A las 10.00 Historia

A las 11.00 Filo

A las 12.30 English

A las 13.30 Biología

Y ahí estaba yo como todos los miércoles, sentado en una silla con el culo cuadrado literalmente, moviéndolo para aquí, y luego para allá y las piernas bailando flamenquito… Mi cabeza diciéndome que ya no aguanto más, que necesito moverme… La silla me quema y quiero levantarme, ¡sólo pido eso!

Me acuerdo cuando en el cole, levantaba la mano y pedía permiso para sacar punta al lápiz, la verdad es que la profe me ponía cara de ajo, pero hasta la tercera vez colaba y me daba permiso para despegarme de la silla.

Ahora con esto de ser mayor, al ir al insti y como eso de sacar punta al boli, resulta un tanto friki, necesitaba buscar otra solución a mi silla caliente.

Pero pronto descubrí la solución de una forma muy simple, mis profes saben que soy TDAH, saben que necesito moverme más de lo habitual... ¿y si hablo con mi tutora y llegamos a un acuerdo? Solo necesitaba que me escuchara y nada perdía por intentarlo.

Estas fueron las fases de mi plan:

1. Conté mi plan a mis padres y psicóloga para buscar ideas y apoyos.

2. Una vez bien pensados todos los detalles entre todos… manos a la obra.

3. Elegí un día en el que mi tutora estaba de buen humor, para decirle que quería hablar con ella de algo importante para mí: “Profe quiero hablar contigo de algo muy importante para mí, me gustaría encontrar un momento tranquilo para contártelo.

4. Cuando llegó el día en cuestión, utilicé mi arma de comunicación infalible: "Los mensajes yo", que consisten básicamente en lo siguiente:

a. Digo lo que me ocurre: “Profe, hay ocasiones en las que en clase necesito levantarme, moverme"

b. Cuento cómo me siento en esos momentos: “Y el hecho de no poder hacerlo, me pone muy nervioso, me altera, me enfada, pierdo el hilo de la clase…”

c. Le propongo una solución: "se me ha ocurrido, que en esos momentos de agobio, levanto la mano y te pido permiso para salir de clase, voy al servicio, bebo agua, estiro las piernas y en un máximo de 5 minutos, vuelvo sin falta... por supuesto, esto lo puedo hacer un máximo de una vez por clase.

d. Pido su opinión: "tan solo es una posible solución, ¿qué te parece?"Le comenté que lo había hablado con mis padres y mi psicóloga, y que ellos estaban de acuerdo.

e. Y para terminar con todas las fases, dedico algunas palabras para dorarle la píldora… diciéndole lo buena profe que es, que sé que le importo y se preocupa por mi bienestar, que con ella se puede hablar…

Mis padres y mi psicóloga la llamaron para comunicarle que conocían el plan y decirle que ellos estaban de acuerdo y cuando la llamaron: hablaron y hablaron y hablaron...

Y los adultos siguieron hablando y hablando: con el director, con el profe de mates, de historia…. Hasta con el profe se gimnasia que en realidad no hacía falta, pues en su clase no hay sillas donde poner el culo.

Para terminar, deciros que los miércoles siguen siendo un rollo pesadísimo, pero cuando la silla me quema y quema, levanto la mano, y me doy un voltio, aunque tengo tentaciones de saltarme alguna de las condiciones pactadas.

Bueno, ya os contaré en otra ocasión, qué hago cuando las malas ideas intentan poseerme y llevarme a la zona oscura, o como dice mi madre, por el “mal camino”.