¿Quieres o no quieres?
Para tomar decisiones, durante mucho, pero que mucho tiempo, los psicólogos hemos propuesto la lista de “ventajas e inconvenientes”, “lo positivo y lo negativo”. Ahora sabemos cuán equivocados estábamos, esa lista no vale, todo es mucho más simple... os cuento.
Fíjate en la camisa, el vestido, la ropa que llevas puesta… ¿Qué te llevo a comprarla? ¿Te gustaba o la necesitabas? ¿O simplemente la querías? ¿O ambas cosas a la vez? ¿Y tu coche, color champán? ¿Es de ese color porque el seguro es más barato o comprobaste que el número de accidentes con ese color es estadísticamente menor?
Cuando yo hace treinta y cinco años me decidí por la facultad de Psicología, ¿qué crees que determinó mi decisión? ¿la ilusión o el pleno empleo de mi profesión?
¿Y mi decisión de vivir en pareja?, qué tal hubiera sonado en el altar, si en vez del “SÍ QUIERO” hubiera pronunciado:
Sí, tengo que casarme contigo
Sí, puedo casarme contigo
¿Y tu casa? Sus muebles, las cortinas, el color de las paredes, el tamaño de la televisión… ¿Por qué es como es?
¿Y qué contestarías a la pregunta de: ¿cuál es la razón que te impulsó a tener hijos? Yo que tengo dos, la respuesta para mí es muy sencilla: quería, me apetecía, lo deseaba, soñaba con ello… Es decir, pura emoción.
En conclusión, cuando tomamos decisiones, desde la más sencilla a la más compleja, en realidad lo primero que hacemos es decidir con la emoción. Y todo es así de simple: la emoción nos pone en movimiento, lo primero es: "¿quiero o no quiero?"
Y si yo no quiero un coche, hijos, una casa o una boda, pues ya no sigo pensando en ello, sencillamente porque no quiero, la emoción es la primera clave en la toma de decisiones. (Y esto también se sabe a nivel neurológico, estudios en pacientes con lesiones en la amígdala, confirman con claridad la conexión directa entre la toma de decisiones y la emoción, se sabe que una amígdala sana nos hace ser cautos y prudentes a la hora de tomar decisiones).
Luego viene el: "¿puedo o no puedo?". Una vez que decidimos que queremos comprarnos un coche, una casa, tener hijos… o simplemente una camisa y la emoción nos pone en movimiento, es cuando aparece la razón, que nos guía en esa toma de decisiones.
Es entonces cuando aparece la famosa lista, donde analizamos desde la razón, distintos elementos :
Estudiamos con calculadora en mano, el precio máximo del piso que nos queremos comprar, de los plazos que podemos pagar mensualmente…
Reflexionamos sobre si tenemos horarios razonables para atender a los hijos que queremos tener, si nuestra economía lo puede afrontar…
Analizamos el número de plazas y el tamaño del maletero que debe tener el coche que queremos adquirir…
Investigamos sobre la mejor universidad a la que ir, la relación calidad/precio del máster…
Y después del análisis del "puedo o no puedo", a veces tenemos que decidir que no vamos a comprar el coche color champán que tanto nos gusta, porque tenemos que esperar seis meses para ahorrar un poquito más….
O decidimos posponer nuestra boda un añito, dado que en ese año habremos finalizado el montón de proyectos que tenemos abiertos, el máster, terminar la obra de la casa, consolidar la nueva empresa… y así podremos disfrutar aún más de esa boda tan deseada…
En resumen, cuando tengas que tomar alguna decisión "que te traiga de cabeza"; para la toma de decisión, simplifica el proceso:
Primero, hazte la primera pregunta: ¿QUIERO tener hijos? Es entonces cuando tienes que observar tu reacción emocional, lo que te hace sentir esa pregunta ¿Me apetece, sonrío cuando lo pienso, sueño con ello, lo imagino y esa imaginación me hace sentir alegría, ilusión?
1. Si la respuesta es afirmativa, deja pasar a la razón y analiza detenidamente si PUEDES, si tus circunstancias actuales te lo permiten y que el cumplimiento de ese deseo y su realización te va a permitir seguir disfrutándolo emocionalmente.
2. Si la respuesta es que no se puede, contempla el plan de acción concreto que tienes que llevar a cabo para conseguir que eso que quieres se convierta en realidad en un futuro planificado.
3. Si la respuesta es negativa o aparecen “peros”, el proceso de toma de decisiones ha terminado, la respuesta es “no quiero” y eso es lo que tienes que decirte a ti mismo/a o a quien te lo pregunte: “no quiero, no me apetece, no lo deseo….”
Somos emoción y razón, tenemos dos herramientas a utilizar, dos elementos que aplicados con equilibrio, optimizan y facilitan nuestra vida.
Pretender vivir exclusivamente desde la razón es absurdo, hacerlo sólo desde la emoción peligroso. La lección a la que hemos llegado actualmente es que la inteligencia emocional, implica equilibrio entra razón y emoción.
Así, en la toma de decisiones, que sean nuestras emociones las que nos movilicen y nuestra razón la que nos guíe, en ese orden.
Alba Psicólogos
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